martes, 11 de octubre de 2011





Memoria
DV. 27 min 50 s
2010



Canto XLIX

Ezra Pound

For the seven lakes, and by no man these verses:
Rain; empty river; a voyage,
Fire from frozen cloud, heavy rain in the twilight
Under the cabin roof was one lantern.
The reeds are heavy; bent;
and the bamboos speak as if weeping.

Autumn moon; Hills rise about lakes
against sunset
Evening is like a curtain of cloud,
a blurr above ripples; and through it
sharp long spikes of the cinnamon,
a cold tune amid reeds.
Behind hill the monk’s bell
borne on the wind.
Sail passed here in April; may return in October
Boat fades in silver; slowly;
Sun blaze alone on the river.

Where wine flag catches the sunset
Sparse chimneys smoke in the cross light

Comes then snow scur on the river
And a world is covered with jade
Small boat floats like a lanthorn,
The flowing water closts as with cold. And at San Yin
they are a people of leisure.

Wild geese swoop to the sand-bar,
Clouds gather about the hole of the window
Broad water; geese line out with the autumn
Rooks clatter over the fishermen’s lanthorns,

A light moves on the north sky line;
where the young boys prod stones for shrimp
In seventeen hundred came Tsing to these hill lakes.
A light moves on the South sky line.

State by creating riches thereby get into debt?
This is infamy; this is Geryon.
This canal goes still to TenShi
Though the old king built it for pleasure

K E I   M E N     R A N    K E I
K I U   M A N    M A N   K E I
JITSU  GETSU   K  O    K W A
T A N   FUKU   T A N    K A I
Sun up; work
sundown; to rest
dig well and drink of the water
dig field; eat of the grain
Imperial power is? and to us what is it?

The fourth; the dimension of stillness.
And the power over wild beasts.

lunes, 10 de octubre de 2011


                                    



Aparentemente nada hay más alejado de la pintura que la música, y se podría continuar con las comparaciones de distancia para concluir que la música ocupa un lugar si no alejado, sí aislado de cualquiera otra ocupación humana artística, científica, industrial o filosófica. La aparente cercanía la motiva la continua referencia metafórica: lo musical como cajón de sastre para adjetivar lo armonioso, sea planta, animal o firmamento, sea un teorema o un lanzamiento espacial.
Como propiedades atribuidas y ensayadas se tiene lo de que calma a las fieras -lo que es muy útil, pues mientras se cantan el Cara al sol, La Marsellesa o La Internacional, no se asesina, ni se guillotina, ni dan ganas de torturar en la Lubianka-, pero no siempre, pues acompañó a los prisioneros del lager, bien al trabajo, bien al encuentro con el Zyklon B y, más recientemente, sirvió para torturar en Guantánamo. Nada de lo dicho interesa a efectos de comentar su misteriosa sustancia. La música se compone y sólo se escucha. Solemos referirnos a ella como “una forma”, pero no tiene identidad que se deje atrapar en el texto. Lo más parecido a un acercamiento literario a la música, o, dicho de otro modo, a una misteriosa y arriesgada objetualización de la misma, es la descripción de Thomas Mann de cómo un músico se hace cargo de la belleza de una composición observando la partitura. Como si la música estuviera allí, incrustada en la tinta de la notación, y cobrara forma y vida.

lunes, 27 de diciembre de 2010

sábado, 13 de marzo de 2010



Fragmento de Tiempo trenzado
de Xesús Vázquez
DV. 1h 54 min 59s
2007-2009
Música: Cenizas V
DVD editado por la Fundación Luis Seoane
A Coruña, 2010

lunes, 1 de marzo de 2010

Humo
Tenemos que encontrar frases verdaderas
Ingeborg Bachmann

Entre la espuma de las olas al romper en la playa y el horizonte hay anclados, en dos franjas bastante separadas, cuatro cargueros y tres embarcaciones de recreo. Piensas que forman un todo armónico a pesar de lo azaroso de su posición.
En el paisaje natural, el azar de la distribución de árboles y rocas, los colores que se observan y las dimensiones de los elementos o las formas que las nubes van tomando, nunca nos inducen a pensar que la naturaleza se ha equivocado. Consideramos que el panorama es hermoso.
Ante un cuadro de Jackson Pollock tendemos a pensar que lo azaroso es la substancia principal de su construcción. Sin embargo, las fotos que Hans Namuth tomó en su estudio entre julio y octubre de 1950 muestran a un artista sumido en una tensa concentración, que atiende y observa cada milímetro de la tela. Su danza de goteos y lanzamientos, congelada por Namuth en cerca de quinientas fotografías, ilustran un simulacro de azar sólo sostenido en lo incontrolable de la dispersión de las salpicaduras de las gotas y en los deslizamientos de las masas de color principales.
Aparece la intuición de que algo guía el deambular del artista alrededor del cuadro goteado como un firmamento de verano. La agitación, la concentración, los lanzamientos de pintura y goteos, los recorridos por el cuadro, parecen responder, más que al seguimiento de una cartografía previamente aceptada, al tenso acecho de un orden.
¿Qué nos hace asimilar como cosa ordenada, en un paisaje natural, lo que no es sino producto de la casualidad, del caos? ¿Por qué admiramos la “belleza” de cordilleras, glaciares, estepas, sabanas, desiertos u océanos, su fuerza abrumadora que nos reduce a un estado de melancólica hipnosis? Sabemos que existen causas geológicas, climáticas, electromagnéticas, erosivas que, ciega y gratuitamente, fabrican la topografía de la materia que vemos y habitamos, y que cada época, con los conocimientos que hereda y los que elabora, diseña su explicación última de la realidad y construye la senda del futuro sin caer en la desesperanza al ver, cada vez con mayor claridad, que el plan no es más que un vector de dirección prácticamente infinito; que no define sino el deseo de encontrar eso a lo que la física alude como teoría unificada. El incompleto y ansioso bloque de conocimientos acumulados nos indica la existencia de reglas y fuerzas que determinan la composición y comportamiento del mundo material, y nosotros, lejos ya de la caverna -aunque no demasiado-, aun ajenos a la especialización científica o al margen de ella, sentimos la existencia de un orden cósmico. Y quizás nuestro aturdimiento ante la “belleza” natural no sea sino el reconocimiento de la existencia de ese incomprensible, amenazante y majestuoso orden.